Tener una piel sana requiere algo más que una buena rutina de cuidado de la piel; los huéspedes que acuden a una esteticista o facialista buscan soluciones. Sin embargo, a menudo pasan por alto el hecho de que la salud de la piel no solo depende del cuidado de la piel, sino del estilo de vida, emociones y bienestar general. Una consulta exhaustiva es lo que realmente diferencia el tratamiento.
La piel refleja el cuerpo y la mente. Estrés, alimentación, falta de descanso y emociones reprimidas pueden manifestarse como acné, sensibilidad o envejecimiento prematuro. Los profesionales del bienestar deben mirar más allá de la superficie para identificar los factores que afectan la salud de la piel.
Para hacer un diagnóstico efectivo, realiza preguntas estratégicas sobre su rutina de cuidado de la piel, nivel de estrés, patrones de sueño y hábitos alimentarios. Observar el lenguaje corporal y tono de voz también puede proporcionar información valiosa. Piel apagada, brotes inesperados o sequedad extrema pueden estar vinculados a un sistema nervioso alterado o una dieta desequilibrada.
Diversos factores invisibles pueden afectar significativamente a la piel:
• Estrés: incrementa la producción de cortisol, causando inflamación y envejecimiento prematuro.
• Sueño insuficiente: disminuye la producción de colágeno, causando pérdida de firmeza.
• Dieta pobre: alimentos ultraprocesados debilitan la barrera cutánea, causando sensibilidad e imperfecciones.
La empatía es clave para una consulta exitosa. Escucha sin juzgar, ofrece recomendaciones personalizadas y haz que los huéspedes se sientan cómodos y atendidos. En vez de simplemente recomendar productos, diseña un tratamiento que combine técnicas faciales, ajustes al estilo de vida y un enfoque holístico. Después de todo, una piel sana no solo es bella; sino el reflejo del equilibrio entre cuerpo, mente y emociones.
Por Águeda Ávalos Ramos
Directora, Agueda Academia de Spa
www.academiadespa.edu.mx

