En años recientes, la terapia de sal ha ganado popularidad en la industria de spa y bienestar; esta terapia única abarca diversas prácticas que utilizan la sal por sus propiedades curativas. La terapia de sal puede dividirse en dos categorías principales: húmeda y seca. La terapia de sal húmeda utiliza sal en estado líquido, por ejemplo, sumergirse en agua salada, tanques de flotación de agua salada, gárgaras con solución salina o utilizando nebulizador con niebla salina. Mientras que la terapia de sal seca implica el uso de sal en un entorno sin humedad, tradicionalmente en espacios controlados como salas, cuevas o cámaras de sal.
Las terapias de sal seca se clasifican según se realicen en cuevas o minas subterráneas naturales (espeleoterapia), que suelen caracterizarse por humedad elevada, temperatura constante y baja concentración de alérgenos y contaminantes, o en salas artificiales (cámaras de haloterapia), que suelen encontrarse en espacios de spa y bienestar.
Según la Asociación de Terapia de Sal, dos tipos de salas proporcionan haloterapia:
Salas activas de sal
Incorporan un halogenerador para crear un entorno en el que las partículas de sal micronizada se dispersan en el aire, para su inhalación y exposición cutánea.
Salas pasivas de sal
Espacios artificiales que pretenden reproducir las condiciones de flujo de aire, humedad y temperatura de las cuevas o minas de sal naturales. Se construyen con distintos tipos de sal, como del Mar Muerto, del Himalaya o de roca, sin usar un halogenerador, ofreciendo una forma de espeleoterapia en un entorno artificial.
A medida que se siguen explorando los beneficios de la sal para la salud, las terapias de sal, ya sea en las serenas profundidades de una cueva de sal o en una cámara de haloterapia, ofrecen una conexión con la naturaleza, donde los huéspedes pueden experimentar rejuvenecimiento y bienestar.
Por Fabiola Amador
Coordinadora de Negocios